Mariposa
es una yegua árabe tordilla de 7 años, que sufrió una insuficiencia hepática
aguda. Fue tratada por un colega que cubrió la emergencia, y luego la dueña que
trata a sus animales con homeopatía, me llamó para ver como podía complementar
el tratamiento.
Cuando
la vi por primera vez se encontraba muy mal, con las mucosas amarillas, sin
ganas de comer, quieta, triste, apática, parada en un rincón. Durante la
consulta, le hice un masaje con el objetivo de conocerla, relajarla y
estudiarla. Al principio no parecía muy interesada, realmente se sentía muy
mal. Pero continué trabajando para encontrar algún punto de relación y
contacto. A la media hora de comenzado el masaje, comenzó a bostezar, a mirarme
y a prestar atención a la situación, que era novedosa para ella. Trabajé muy
suave con las manos planas ejerciendo una ligera presión en diferentes puntos
de su cuerpo. Cuando pude profundizar el contacto, ubiqué mis manos sobre la
región hepática deslizándolas suavemente hacia la columna vertebral para
trabajar sobre las vértebras por donde pasan los nervios que inervan la región.
En determinado momento crujió en la zona de las vértebras torácicas y luego de
este hecho comenzó a mirarme con más atención, volvió a bostezar, y continuó con un abrir y cerrar de la boca
relajando la mandíbula, la articulación atlanto-occipital y la atlanto-axoidea,
es decir, la región de la nuca. Concluí el masaje integrando todo su cuerpo y
estirando una vez más la columna con un trabajo específico a la altura de la
cola sobre las vértebras coccígeas con el objetivo de influir a través de estas
vértebras en el sistema nervioso.
Además
le prescribí Aurum, un medicamento homeopático que cubre los síntomas hepáticos
con ictericia junto con los síntomas mentales de pena y cólera reprimidas, que
esta yegua presentaba. Desde el punto de vista de la medicina china, el hígado
es un órgano relacionado con la ira y la pena. Esta yegua había sido separada
de su hijo, la habían llevado a un lugar nuevo para ella, donde era rechazada
por la manada de caballos criollos donde había sido ubicada. Evidentemente,
estos hechos la habían hecho sufrir. Tal
vez la yegua había tenido alguna enfermedad hepática en su vida, pero este
hecho no lo pude comprobar porque faltaba su historial clínico. Como la yegua
vivió pensionada en distinto lugares, su dueña que no vivió con ella, no
conocía su historia clínica. El único dato peculiar, es que tuvo un jinete con
quien se entendía muy bien, que tuvo que dejar el lugar y no lo volvió a ver.
Otro dato, es que la yegua tenía mucho contacto con la gente donde vivía antes
de ser separada del potro. Donde se encontraba cuando se enfermó súbitamente,
aunque el contacto con las personas era “normal”, no era el contacto al que
estaba acostumbrada, por lo cual realmente en su "sentir" estaba
sola. Hago estos comentarios porque pude identificar mejor su necesidad de
contacto, posteriormente durante el segundo masaje.
Al
día siguiente de la primera consulta, el otro colega volvió a tomar una muestra
de sangre. A las 48 horas de este nuevo tratamiento (junto con el tratamiento
de sostén recetado por el colega), la bilirrubina había descendido en dos
puntos, la yegua comía muy bien y
jugaba. Volví a verla unos días
después y le hice otro masaje. Se sentía mucho mejor, y esta vez, se contactó
conmigo más intensamente. Me miraba, bostezaba mucho, se movía y me mostraba
los lugares donde le hacía bien el contacto. Uno de ellos como la primera vez,
era la región de la nuca. ¿Porqué es importante este dato?. Por qué si bien la
entidad clínica fue una insuficiencia hepática, la mayoría de las veces el
origen del problema está lejos de la lesión. La nuca del caballo es sumamente
importante, es la unión del cerebro con el cuerpo. Una nuca sana mantiene el
flujo de información nerviosa, el equilibrio y balance natural del caballo.
Esta
yegua estaba en proceso de doma. Aunque era una doma racional, aparentemente se
había tensado en esa región. Creo que por alguna maniobra antigua y no del
momento. Por lo tanto, para ella fue curativo relajar esa región, pues hay que
tener en cuenta que a partir de allí se emiten las respuestas motoras y
sensitivas provenientes del cerebro, respuestas que pueden estimular o no un
proceso terapéutico. Durante este segundo masaje estuvo continuamente conectada
conmigo, cerca, haciendo presión con su cuerpo contra el mío. Trabajé con
diferentes técnicas, usando de cada una lo que el animal me pedía: Reiky,
acupresión, estiramientos y suaves movimientos de balanceo de todo su cuerpo
con el fin de estimular su propia energía curativa.
Como
terapeuta busco que el caballo participe de su proceso de curación. ¿Cómo lo
hago? Estimulando su atención hacia mí. No es lo mismo trabajar con un caballo
que está comiendo que con uno que está atento a la situación. Cuando Mariposa
comenzó a interesarse por lo que le hacía, fue porque empezó a sentirse mejor.
Dejó de estar apática y se concentró en el trabajo. De este modo, me enviaba
más información corporal para trabajar con ella. De algún modo se le dice al
animal, que él puede ayudarse a sí mismo. Actualmente Mariposa está en un
proceso de franca recuperación.
Nuestras
manos son muy sensibles y aptas para el proceso curativo. Cuando un bebé llora
porque tiene un cólico, la madre intuitivamente pone sus manos en el abdomen
para aliviar el dolor y generalmente lo logra. Esta habilidad necesita ser
desarrollada y como todo aprendizaje, lleva tiempo. Algunas personas que tratan
con caballos tienen más sensibilidad que otras. El masaje como las diferentes
terapias corporales, son un arte que necesita tiempo y práctica para
desarrollarse.
Anahí Zlotnik – Veterinaria MP 4746
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